La segunda guerra púnica en Iberia II – Roma se asienta

Continuación de La segunda guerra púnica en Iberia – Organización y partida

Los romanos ya contaban con un ejército de 25 000 hombres en la Galia Cisalpina. Se encontraban bajo el mando de dos pretores debido a que las tribus galas de boios e ínsubros habían atacado las colonias romanas del norte de Italia. Escipión decidió
enviar a Iberia el ejército que había traído con él, bajo el mando de su hermano y legado Cneo Escipión (fue cónsul en el 221 AC) y dejar con el a una pequeña parte de sus tropas que se incorporarían a las del norte de Italia.

Una vez burlados, necesitaban cortar las líneas de suministro de Aníbal que tenían su origen en tierras iberas. Esta sabia resolución de Escipión probablemente salvó a Roma, porque si los cartagineses hubieran mantenido su dominio indiscutible en iberia, habrían podido concentrar todos sus esfuerzos en apoyar a Aníbal en Italia, y por ende, haber enviado fuertes refuerzos una vez finalizada la batalla de Cannas, acto que habría complicado las cosas mucho más a Roma.

Massilia

Massilia

Cneo Cornelio Escipión, con 20000 soldados de infantería (2 legiones romanas y 2 aliadas) 2.200 de caballería y 60 quinquerremes, zarpó de Massilia y atracó en Emporion, en la provincia de Girona. Una vez ocupada, fue rebautizada como Emporiae (Ampurias).

Los objetivos fundamentales a alcanzar por Cneo en Iberia eran, según las órdenes del Senado, apoyar a las tribus aliadas, asegurar la independencia de los establecimientos griegos, atraer nuevos aliados a la causa romana y, por
último, expulsar a los púnicos de la Península. Es evidente que en aquellos momentos Roma no pensaba en otra cosa que en ahogar la fuente de aprovisionamientos del ejército cartaginés que iba a invadir la Península Itálica, sin
pensar en ningún momento en la conquista de Iberia y su anexión al incipiente imperio romano.

Inmediatamente, el legado romano inició los contactos con las diversas tribus pirenaicas y costeras ofreciéndoles su ayuda para desembarazarse de los púnicos. Dado que los pueblos de la zona, al contrario que los ilergetes y edetanos, tenían una capacidad militar muy reducida, no tuvieron más remedio que aceptar la “protección” de los romanos. La primera tribu hispana que tuvo el “honor” de quedar sometida fue la de los layetanos.

Estas tribus le proporcionarían a Escipión contingentes militares auxiliares, que serían los primeros soldados de estas características que Roma admitió en su ejército. Hasta esas fechas, sus soldados eran, o bien ciudadanos romanos (los legionarios) o soldados latinos o itálicos (los aliados), proporcionados a Roma por los pactos que ésta había suscrito con sus ciudades. Aquellos que, como los burgussios y andosinos, no la aceptaron, fueron atacados por los romanos, sus poblados destruidos y la población convertida en esclava.

De esta forma, antes de terminar el verano del 218 AC, los romanos disponían de una base segura desde la que proyectarse al resto de la costa levantina, en la que recibían constantes refuerzos procedentes de Marsella. La actitud dubitativa del general cartaginés, Hannon, no atacando en sus inicios a los romanos, permitió que éstos afirmasen su poderío en la zona, al tiempo que las tribus iberas, inicialmente partidarias de los púnicos, se vieran obligadas a aliarse con aquellos.

Continuara…

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